Ya tratamos sobre las relaciones de Haití y República Dominicana en un artículo anterior y seguramente habrán más artículos en el futuro, pues guste a quien guste, compartimos isla e historia con ellos y pase lo que pase al otro lado de la frontera nos afectará antes o después, somos una familia y por tanto debemos pensar en conjunto y no como desconocidos.
El artículo de hoy viene referido a una noticia de Listín Diario sobre la migración de haitianos y me a recordado una conversación de hace algún tiempo con un amigo de la que saqué algunas conclusiones que me gustaría compartir con usted.
1º - Para sobrevivir es lícita cualquier acción sea traspasar fronteras, saltarse la ley, incluso robar o matar (lo que no quiere decir que no haya que perseguir estos delitos), bien lo saben nuestros emigrantes que pasan las mil penurias para llegarr a Puerto Rico, Estados Unidos o Europa.
2º - República Dominicana obtiene pingües beneficios del trabajo haitiano, con una mano de obra muy barata que mantiene múltiples sectores que de otra forma no serían competitivos en el concierto mundial.
Entonces, ¿cual es el problema?. Es muy simple, como tantas cosas el problema está en la desorganización, cuando vienen mas trabajadores de los que se pueden ocupar y tienen que buscársela de cualquier forma; no solo aquí, en todo el mundo ocurre lo mismo, el problema migratorio se reduce a la desorganización; la migración es positiva cuando se hace de forma controlada.
¿A quien beneficia esta situación?. Podemos hacer una lista.
1º - A los empresarios que pagan sueldos de esclavo por trabajos de chino y sin condiciones de seguridad laboral elementales (el día que estas contrataciones se hagan de forma transparente y todo se haga como se tiene que hacer, “otro gallo cantará”).
2º - A los traficantes de personas que les exprimen las últimas gotas económicas por saltarse la frontera.
3º - A los funcionarios de la frontera, que por unos pesos, miran a otro lado mientras dejan pasar los convoyes cargados de desesperanza, a los policías que hacen redadas con el único propósito de cobrar sus cien o quinientos pesos por soltarlos nuevamente.
4º - A los funcionarios públicos de alto rango y políticos que a sabiendas de que numerosas actividades de este país se basan en la explotación de seres humanos, temen la desestabilización económica que produciría acabar con este tipo de esclavitud fruto de medidas de control eficaces.
5º - A todos nosotros, el pueblo, último responsable, que nos hemos acostumbrado a vivir dentro de esta situación totalmente injusta para todos, limitándonos a culpar a las víctimas en vez de a presionar a los responsables para corregir esta situación.
Sobre este último punto, debemos entender y dirigir nuestra postura un tanto xenófoba, no hay que odiar al haitiano que resuelve como pueden, hay que odiar a la miseria que lo trae acá.
Ok, ¿y como se resuelve esto?. Desde luego no lo solucionaremos cerrando fronteras ni expulsándolos, así solo le daremos mas fuerza al problema; quizá deberíamos empezar por crear oficinas de colocación en Haití, oficinas donde se garantizara un puesto de trabajo en condiciones de dignidad, con su seguro, su salario y sobre todo con sus impuestos, es decir con derechos y obligaciones, oficinas que además capacitaran y seleccionarían a las personas para cubrir adecuadamente los puestos necesarios a este lado de la frontera, de forma que una vez terminada la labor se regresara a esta persona a su lugar de origen; con esto resolvemos la mitad del problema, El resto dependerá de realizar una labor de investigación y sanción ejemplar de aquellos patronos que contrataran personal de forma ilegal. Entonces sería posible ir devolviendo paulatinamente a todos aquellos haitianos sin oficio a su país.
Los problemas metidos en un cajón fermentan y crecen hasta que rebosan, las soluciones acaban con ellos definitivamente.